martes, 30 de abril de 2013

¿Nos acercamos al fin de la humanidad?

¿Cómo podemos saberlo? ¿Qué está sucediendo o que podría suceder?

Si el mayor peligro  para el fin de la humanidad a mediados y finales del siglo XXI, era el de una guerra nuclear, hoy a comienzos del siglo XXI, aparecen otros problemas que se presentan como más posibles y catastróficos.  

Hoy son dos los escenarios que pone en peligro a la raza humana: la degradación del planeta y el desarrollo acelerado de las tecnologías, que cada vez responde menos al desarrollo humano, y parece escapar  a todo control. Siendo la aceleración tecnológica representa un mayor peligro que el deterior del planeta.

Afirmación que parece confirmar el equipo de científicos que trabajan en el Instituto del Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford,   quienes están investigando cuál es el mayor peligro para la supervivencia del Hombre como especie. Los mismos han llegado a la conclusión que la supervivencia de la humanidad está en riesgo, y no por la amenaza de una pandemia, un bombardeo nuclear, meteorito u otro tipo de catástrofe natural; el mayor riesgo proviene de nosotros mismo. 

El director del instituto, el filósofo sueco Nick Bostrom, en el documento Riesgo existencial como prioridad global, argumenta que los dirigentes internacionales tienen que prestarle mucha atención a una serie de amenazas y advierte: “lo que está en juego no puede ser más importante: si nos equivocamos, éste puede ser el último siglo de la humanidad”. A lo que insiste “Son amenazas sobre las que no tenemos historial de supervivencia”.

¿En qué consiste esa amenaza? Veamos las opiniones de los expertos y del propio Bostrom
Experimentos en áreas como biología sintética, nanotecnología e inteligencia artificial se están precipitando hacia el territorio de lo accidental e imprevisto.

La biología sintética, en la que la biología se encuentra con la ingeniería, promete importantes beneficios médicos. A Bostrom le inquietan las secuelas inesperadas de la manipulación de las fronteras de la biología humana.

La creación de nuevos organismos, por ejemplo, puede tener efectos secundarios ecológicos desconocidos.
 Vivimos en un mundo más interconectado: más noticias y rumores se difunden a la velocidad de la luz. Por ello, las consecuencias de un error o terror son más desmedidas que en el pasado”.

Nos preocupamos por riesgos individuales más inmediatos, como los vuelos aéreos o seguridad alimentaria, tenemos más dificultad en reconocer peligros más serios.

Seán O’Heigeartaigh, un genetista del instituto y experto en evolución molecular, desconfía de las buenas intenciones mal informadas, pues en los experimentos se hacen modificaciones genéticas, desmantelando y reconstruyendo las estructuras genéticas. Siempre existe el peligro de que se dispare una secuencia de eventos no anticipada o de que algo se torne nocivo cuando se transfiera a otro ambiente.

“Estamos desarrollando cosas que pueden resultar profundamente mal”, declara O’Heigeartaigh. Estos no son conceptos abstractos, asegura. “Con cualquier nueva poderosa tecnología –opina O’Heigeartaigh–, debemos pensar detenidamente en qué sabemos, pero quizás es más importante en este momento estar conscientes de lo que no estamos seguros de saber”.

·La nanotecnología, trabaja a nivel molecular o atómico, también podría tornarse en algo altamente destructivo si se usa para la guerra”, apunta Bostrom. “Por ello, escribió que los gobiernos futuros enfrentarán el gran reto de controlar y restringir su mal uso”.

La manera en la que la inteligencia artificial interactuará con el mundo exterior es otro de los temores del grupo de expertos reunidos en Oxford. Esa “inteligencia” informática puede ser una herramienta poderosa para la industria, medicina, agricultura o el manejo de la economía. Pero también es completamente indiferente a cualquier perjuicio fortuito.

Daniel Dewey, quien se enfoca en superinteligencia artificial, habla de una “explosión de inteligencia” en la que el poder acelerado de las computadoras se vuelve menos predecible y controlable. “La inteligencia artificial es una de las tecnologías que pone más y más poder en paquetes más y más pequeños”, dice, quien antes trabajó en Google. “Así como con la biotecnología y la nanotecnología, se pueden hacer cosas que resultan en reacciones en cadena, y con muy pocos recursos se pueden emprender proyectos que pueden afectar a todo el mundo”.

¿Debemos aplicar todo el avance tecnológico? ¿Qué posición asumir?

“Ésta no es una ficción distópica: la brecha entre la velocidad del avance tecnológico y nuestro conocimiento de sus implicaciones es real”, recalca Bostrom.

Ya Van R. Potter, el bioeticista norteamericano, hacía referencia a la necesidad de alcanzar los conocimientos necesarios para poder manejarnos con las tecnologías y de la necesidad de crear un puente entre las humanidades y las ciencias. 

Bostrom no parece estar muy seguro de la tecno-utopia de una singularidad tecnológica, donde basta con acelerar a las tecnologías a toda costa y dice: “el avance en la tecnología ha rebasado nuestra capacidad de controlar las posibles consecuencias. Y agrega: “Estamos al nivel de los niños en términos de responsabilidad moral, pero con la capacidad tecnológica de adultos”. 

Hasta ahora hemos apostado por el progreso tecnológico y se ha ignorado el progreso humano, de ahí las consecuencias que se vislumbran hacia una tecnología fuera de control. Podemos afirma que vamos a ciegas hacia el futuro y significativo, que un pionero de la ideología transhumanista, como Nick Bostrom, comience a preocuparse de las consecuencias imprevista de la aplicación sin control de las tecnologías.

Coincido con Bostrom en que el cambio está próximo y que no se dado la importancia que merece. No podemos ignorar que Bostrom es un defensor del tranhumanismo, del cual hemos estado hablando en artículos anteriores. De ahí sus conclusiones.

 “Hay un cuello de botella en la historia de la humanidad. La condición humana va a cambiar. Puede ser que termine en una catástrofe o que nos transformemos tomando más control de nuestra biología”.

martes, 9 de abril de 2013

Inteligencia artificial y transhumanismo



La trascendencia del ser humano. 

Para Moravec está basada en la descendencia, al igual que en la biológica, los hijos son nuestros herederos, para Moravec los robot serán nuestros descendientes y heredaran el planeta, de lo cual se siente tan orgulloso como un padre de sus hijos. Para Kurzweil es copiar su mente en una computadora, y así ser inmortal, el sueño de su vida.

Inteligencia artificial fuerte

La IA es reduccionista, ya que trata de reducir los procesos de la mente (que son complejos) a programas algorítmicos. Se considera a la mente como  un sistema de procesamiento de la información que cumple con las leyes de la manipulación de símbolos.

Dualismo mente – cuerpo

El dualismo en filosofía supone que el alma es independiente del cuerpo, cuando muere el cuerpo el alma sigue viva. En el caso de la computadora se puede romper la computadora pero los programas se pueden usar en otra, siempre que exista una copia, lo cual nos lleva a considerar que los programas son independiente de la computadora y creer que la mente también puede ser copiada a otro sustrato.

La dificultad radica en que si aceptamos el dualismo filosófico debemos también aceptar el idealismo.  La pregunta sería: ¿si aceptamos el dualismo mente‑cuerpo tendríamos entonces una mente que existe independiente del cerebro o sea el alma? Pero, entonces, los pensamientos se generarían sobre un alma inmaterial, por lo que, no necesitarían de ningún soporte físico, llámese cerebro o llámese computadora. De ahí que la IA tenga que hacer una adaptación y proponer un DUALISMO‑MATERIALISTA y afirmar categóricamente que la inteligencia humana se hace realidad sobre la materia.

Causalidad del cerebro        

La causalidad del cerebro. Si la mente es parte del cerebro y es este quien la genera y si aceptáramos que la mente es propiedad exclusiva del cerebro. Entonces, el gran sueño de la IA de lograr reproducir la mente humana en una computadora no sería posible. Ya que es en el cerebro donde se codifican los procesos mentales, lo cual hace que no se pueda separar la mente del cerebro, no solo por el hecho de que la mente necesita de un soporte físico como ya se dijo al analizar el dualismo mente‑cuerpo, sino porque los procesos mentales tienen que ser producidos por alguien que tenga existencia material: el cerebro, que es la causa de los pensamientos.

Paradigma conexionista

Esto nos lleva a la conclusión, de que si queremos lograr algún tipo de intelecto artificial se debe tratar de reproducir al cerebro y no a la mente, por ser esta última, tan solo, una manifestación abstracta del complejo funcionamiento del cerebro. Por lo que, actualmente, muchos investigadores de la IA han abandonado el paradigma simbolista, el de la mente,  para dedicarse al conexionista, el del cerebro, y a través de los sistemas de redes neuronales, intentan comprender como trabaja el cerebro.

Concepto de persona

Para los transhumanistas lo que identifica a la persona como ser sustancial no es el ser con capacidad subjetiva sino la misma sensibilidad subjetiva independientemente de su soporte. La singularidad  es la propia inteligencia sin soporte corporal que puede encontrarse en un animal, en un humano, en un posthumano o en un soporte no biológico. El deber moral del hombre será permitir a la inteligencia, desencarnada, encontrar un soporte más adecuado para desarrollar plenamente sus posibilidades.
  • Se reduce a su cerebro. Es pura materia y es reducido a sus conexiones neuronales (metáfora cognitiva).
  •  Es parte mente y parte cerebro. Se reduce a un sistema de procesamiento de información donde la mente es el software y el cerebro el hardware (metáfora computacional).
Para los transhumistas, lo que interesa no es la persona como ser sustancial y con capacidad subjetiva sino la reproducción material de la mente como información y que es ejecutada en un sustrato material: el cerebro; el cual es equivalente al hardware de una computadora. Y es que el transhumanismo ha sustituido la metáfora espiritual basada en el alma humana, por las metáforas congnitiva y computacional
Si hemos decidido aceptar los presupuestos tecnológicos como posibles, ¿qué consecuencias tendrá para la forma en la cual nosotros percibimos el mundo? El transhumanismo no es sólo para las mentes acostumbradas al futurismo sino algo que concierne a toda la sociedad. Ya que está en juego el progreso humano.

La esencia del problema radica en que el ser humano no puede dejar de creer en sí mismo y abandonar su propio progreso en aras de otro que le es ajeno y que inexorablemente lo irá deshumanizando y poco a poco, ira alejando de su propio contexto humano, hasta convertirlo en un artefacto, en un producto más de la tecnología.